martes, 20 de septiembre de 2011

Productos Audiovisuales: Cultura/Arte o Producto de Consumo

Esta aparente dicotomía, con la que se encuentran algunos guionistas/directores/productores audiovisuales en Europa y Canadá, puede justificar la falta de preocupación por los resultados económicos de la exhibición que, sólo en algunos excepcionales casos en España, ha logrado cubrir el supuesto presupuesto de producción.
Quizás venga bien el hablar de Producto Cultural (y/o Artístico) para, menospreciando otros productos, quedarnos tranquilos si, después de producida la obra artística, se la endosamos a una distribuidora para que la venda. Nos olvidamos que, el propio Ministerio de Cultura de España, define como Película Cinematográfica, por ejemplo, a “Toda obra audiovisual, fijada en cualquier medio o soporte, en cuya elaboración quede definida la labor de creación, producción, montaje y posproducción y que esté destinada, en primer término, a su explotación comercial en salas de cine.”
Productos culturales destinados, en primer término, a su explotación comercial…Al fin y al cabo, productos, tan dignos o tan cutres como cualquier producto de consumo.
La American Marketing Asociation (A.M.A.) define el término producto de la siguiente manera: "Conjunto de atributos (características, funciones, beneficios y usos) que le dan la capacidad para ser intercambiado o usado. Usualmente, es una combinación de aspectos tangibles e intangibles. Así, un producto puede ser una idea, una entidad física (un bien), un servicio o cualquier combinación de los tres. El producto existe para propósitos de intercambio y para la satisfacción de objetivos individuales y organizacionales".
¿Sería incorrecto definir a una producción cinematográfica como el resultado de un esfuerzo creador que tiene un conjunto de atributos tangibles e intangibles (guión, dirección, equipo artístico, equipo técnico, precio, empaquetado,…), los cuales son percibidos por sus compradores (reales y potenciales: Espectadores, Distribuidores, Agentes de Ventas, Exhibidores,…) como capaces de satisfacer sus necesidades o deseos?
Si aceptamos esta definición, ¿por qué tanto falso pudor a plantear el marketing y la comunicación de una producción destinada, en primer término, a su explotación comercial?
En los productos de consumo audiovisual, así son concebidos en EEUU, existe la obra de arte, la obra cultural y el producto de consumo sin dicotomía entre ellos y esto hace que, entre tanto bodrio (como en la industria cultural española), aparezcan obras de arte/culturales y consumidas masivamente. Creo poco discutible esta realidad…
Así pues sería un  buen momento, siempre lo es, para plantear las producciones audiovisuales como auténticos procesos de producción: Idea, definición de producto, estudio de mercado, desarrollo de proyecto, preproducción, producción, posproducción y distribución.
La responsabilidad sobre las características artísticas y culturales es exigible al buen guión, a la buena elección de un equipo artístico-técnico y a la dirección.
Más allá del arte y la cultura, para facilitar su distribución y explotación comercial, lo demás, sería responsabilidad de un buen, y creativo también, equipo de marketing y comunicación que, en absoluta coordinación con los responsables de la creación artística y cultural, trabajara en el producto desde su definición hasta su distribución.
No hay dicotomía, hay una sinergia necesaria para que los productos audiovisuales sean consumidos por el mayor número de personas.
De ser así, ¿Sería menos artística y cultural esa producción?

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